domingo, 25 de enero de 2009

POSTALES LITERARIAS DE CHASCOMÚS: ÁNGEL PÁEZ BRUNO y LA "CAÚ"

Mi pueblo. No, pueblo no, porque se niegan sus habitantes a serlo. Ya crecimos, somos una ciudad. Pero a mi me gusta que siga siendo, mi pueblo. A pesar de que siempre aquellos que lo habitaron, siempre hicieron que fuera grande, protagonista. Desde Escribano que plantó los primeros palos del foso, que protegería a los porteños, de los embates de los indios que se negaban a que aparecieran en sus tierras como granos purulentos los fortines. Que sabían , con la sabiduría del bárbaro, que esos granos eran pústulas, que venían a enfermar su civilización y que inexorablemente, los llevaría a la muerte, a su extinción.
Mi pueblo siempre tuvo esas cosas, historias, personajes, contradicciones, rebeldías, héroes y villanos. Los Libres del Sur, Unitarios y Federales, Azules y Colorados, la dictadura. Algún gobernador, presidentes, futbolistas, el primer radioaficionado, un guitarrista de Gardel, campeones en remo, boxeo, paleta, etc.
También sus contradicciones. Para los chascomuneneses, están, el otro lado de la laguna, después de las vías, más allá de la ruta, los del barrio. Siempre como buscando dividirse. Hasta el paisaje se divide. De este lado, vemos los mejores atardeceres (que se pierden los del otro lado), con el sol hundiéndose, cual barco torpedeado en la laguna, cuyas aguas se vuelven rojo sangre, para dar la sensación de una pasión y muerte diaria del rey. Y nos hace perdernos los amaneceres, que disfrutan los del otro lado
Mi pueblo. No, la ciudad de la laguna, tiene tantas historias de todos los días. Como en cada una de las ciudades del mundo, pero claro, estas son nuestras.
Del otro lado, o mas allá de la ruta. Está el Barrio "El Porteño", que, dicen, nació algún día en que inmigrantes de esta misma patria, provincianos, llegaron a trabajar a las fábricas, que era una de las características, que ya no tiene este pueblo que creció. ¿Creció?... Otra de las contradicciones, de las muchas industrias, hoy quedan pocas, pero… crecimos.
"El Porteño", mi barrio. Allí también hay personajes, no presidentes, gobernadores, ni destacados deportistas, sino personajes de la vida diaria. Algunos, hoy cartoneros o cirujas, como ellos mismos se llaman, que, claro, con el cierre de las fábricas eligieron ir cada día a la quema. Esa pústula maloliente, insana, maldita. Donde los del pueblo tiran aquello que ya no les sirve, la basura, al otro lado de la ruta. Como si esa frontera , los librara de la contaminación que día a día generan.
Allí vivía ella. La conocí un día en que por la ventana de mi radio, estudio a la calle (como la 10) pero no en el centro y con blindex, sino en la calle que lleva al barrio. La que tiene varios nombres (por eso de las contradicciones que le dije) Ruta 58, Prolongación de Lastra , Avenida de los Conquistadores de la Campaña del Desierto y nuevamente Ruta 58…
Pasaba ella ese día, en realidad como todos los días, con sus ropas raídas, oscuras, grises como su rostro y cabellos, encorvada sobre su bicicleta y seguida por sus perros, que, a tono con su dueña, eran de raza indefinida y apariencia pobre, también grises, como para no desentonar.
La seguí con la mirada, montaba en su bicicleta con la apariencia de un Quijote. No, como Sancho en realidad, pues también su bicicleta, era acorde a su apariencia, y parecía más el burro del leal escudero, que el famélico Rocinante.
Cargada con cartones, algunas botellas plásticas, latas y metales, que, por supuesto, quedarían muy fuera de lugar en la cabalgadura del leal compañero del Hidalgo Caballero de la literatura, pero que en la bici de la "CAÚ", eran verdaderos tesoros, los cuales, causarían la envidia del caballerote de la armadura.
La "Caú", así la bauticé, para hacerle honor a los provincianos, muchos de ellos de nuestro litoral que pueblan el barrio, y para que el verdadero mote que le han puesto no suene tan ofensivo.
Como el hidalgo, ella lucha con sus fantasmas, y los ahoga cada día en el vino tinto. Como el de la Mancha, ella sigue buscando, no sabremos nunca qué. Si los tesoros que logra sacar de la basura, que arrojan los de este lado de la ruta, o a lo mejor el compañero, que no pudo encontrar en su vida errante.
La "Caú", hace muy pocos días, la policía la vino a buscar. Claro como a los Quijotes y Sanchos, de todos los tiempos, a ella también se le cruzó, el molino de asesinas aspas. Hoy le dicen ley, propiedad y otras cosas que ella no entiende. Alguien decidió, como un día con Quijote y Sancho, que estaba molestando. Era distinta, loca, borracha y estaba ocupando un lugar que no era de ella, y por eso se la llevaron del barrio. No sé a dónde, no quiero saberlo. Dijeron que a un lugar mejor, adonde se llevan a aquellos que no entienden, a los que no entienden.
La "Caú", ya no pasa con su burro lleno de tesoros, por la puerta de mi radio… pero quédense tranquilos, los tachos de basura ahora están ordenaditos y nadie los revuelve.
Me quedó una foto, que un día le saqué. Y hoy colgué al lado del Hidalgo Caballero Don Quijote para que siga junto a él, con su burro convertido en bici, buscando sus tesoros.

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