jueves, 20 de octubre de 2011

LA MAMMA

Era un espejo donde podía verme al terminar el día.

Jugaba entre las tunas y trepaba a los talas

y sin embargo nunca

llegaba a lastimarme. Ella estaba a mi lado.

Una noche la pena hizo nido en mis ojos

y ella se dio cuenta.

Sacó de su bolsillo unas pasas de higo

y las puso en mis manos, con el mayor silencio.

Se mezclaron las sales de mis primeros llantos

con el dulce consuelo de ese humilde regalo.

Otra vez, cuando el frío de la noche serrana,

hería el vientre plano de mi orfandad a medias,

con el mismo silencio me trajo en una sopa

el signo de la vida.

Y después, cuando el cielo reclamó su presencia,

acudía en mis sueños para seguir cuidando

a la “gringa” poeta.

¿Acaso ella sabía cuál era mi destino?

Ahora creo que sí. Porque al caer la tarde

mi sangre la reclama.

En la brisa pampeana me llegan sus aromas.

Y deletreo: ¡ M A M M A !

agosto 26 de 2002.-

Primer Premio Honorable Concejo Deliberante de Chascomús

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